Estambul, un amor a primera vista

Aunque en los últimos tiempos Turquía ha vivido momentos difíciles a manos de grupos terroristas que han atentado contra la seguridad, y por ende, contra la industria del turismo, incluso después del fallido golpe de estado, Estambul continúa recibiendo turistas

Photo: Unsplash/@ashta

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Aunque en los últimos tiempos Turquía ha vivido momentos difíciles a manos de grupos terroristas que han atentado contra la seguridad, y por ende, contra la industria del turismo, incluso después del fallido golpe de estado, Estambul continúa recibiendo turistas.

Además de los textiles y la agricultura, el turismo es uno de los pilares que sustentan la economía del país.

Y es que vale la pena conocer esta mágica ciudad, que a pesar de no ser la capital, es la más poblada del país, con alrededor de 16 millones de habitantes.

Ubicada en la región Mármara, sobran las razones para visitar esta dinámica urbe, que llevara el nombre de Constantinopla y fuera la capital del Imperio Otomano en el siglo XV, época en la que la lengua turca se mezcló con la árabe, la persa y la griega. La toma de Constantinopla a manos de los turco-otomanos marcó el fin del Medievo en Europa, y el inicio de este imperio, que sobrevivió hasta 1923.

Repleta de historia en cada rincón, Estambul también se llamó Bizancio, sirviendo de sede central del Imperio Bizantino, que perdurara a lo largo de la Edad Media y declinó a inicios del Renacimiento.

Además, como si fuera poco guardar en sus museos, templos y monumentos la historia de varias civilizaciones, su peculiar geografía la ubica entre dos continentes, por lo que visitarla implica presenciar Europa y Asia desde una misma ciudad.

Basta sólo un paseo en yate a lo largo del Estrecho del Bósforo para admirar el impresionante paisaje dominado por bellas y ostentosas casas, que fueron construidas a lo largo de ambas orillas.

Pareciera que se está contemplando una postal, la vista simplemente acapara los sentidos y roba el juicio por unos instantes, mientras que la brisa golpeando en el rostro obliga a constatar que no se está soñando, sino que se encuentra en una de las ciudades más bellas del mundo, en la que cada minuto que pasa no basta para recorrer sus calles, recovecos, admirar su arquitectura, disfrutar su comida ni mucho menos para adentrarse en su cultura.

Más que conocerla, a Estambul hay que vivirla, un solo viaje no es suficiente para explorar su historia, parte de ella recogida en majestuosas mezquitas convertidas hoy en museos.

Entre las principales atracciones turísticas, se impone conocer la Blue Mosque (la mezquita Azul). Construida bajo el mando del Sultán Ahmed, a quien también debe su nombre oficial, aunque es llamada la Mezquita Azul porque este color predomina en los vitrales y en los más de 20 000 azulejos que adornan las paredes.

Por cuestión de respeto, para entrar a este lugar sagrado para los musulmanes, las mujeres tienen que usar el velo, aún las que no practican el Islam. A la entrada del templo, proveen la vestimenta adecuada, además de una bolsa de nylon para guardar los zapatos, pues solo permiten entrar descalzo.

Justo al frente de la mezquita y separadas por un jardín está la iglesia Hagia Sofia (Santa Sofía), construcción que se remonta al año 537 D.C. Este antiguo templo ha servido a fieles de varias religiones. Inicialmente fue ideado como basílica ortodoxa en la época del Imperio Bizantino, luego fue catedral católica durante el Imperio Otomano, más tarde se convirtió en una mezquita, antes de que fuera designada como museo.

Según el ministerio de cultura y turismo de Turquía, la iglesia Hagia Sofia fue uno de los sitios más visitados del país en 2015.

Otro lugar imperdible es el Topkapi Palace, el más grande y antiguo de Estambul, que un día fuera habitado por sultanes, ha sobrevivido hasta hoy. El interior del palacio, que funciona como museo, guarda importantes reliquias del mundo musulmán, además de porcelana, armaduras, escudos, armas y manuscritos. También ostenta joyas preciosas pertenecientes a los otomanos. Esta edificación fue catalogada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

A la hora de la cena, abundan las opciones para degustar platillos típicos. Debido a su origen mediterráneo, la gastronomía turca está influenciada por la griega y la del Medio Oriente, por lo que la elaboración de muchos platos se basa en verduras y el empleo del aceite oliva es muy común.

El yogurt es esencial en la cocina turca, así como las sopas y las especias. Los pistachos también son muy empleados, incluso hasta en los postres. La carne favorita y más empleada es la de cordero.

El trago tradicional es el Raki, un licor anisado, que los turcos consideran su bebida nacional, y acostumbran beberlo acompañado de aperitivos o agua. Por otro lado, también disfrutan el té, que va muy acorde con algunas de las delicias turcas, que suelen aromatizarse con agua de rosas, limón, canela o zumo de frutas.

Muchas de estas bebidas y golosinas se pueden encontrar en el Spice Bazaar, mientras que en el Grand Bazaar se consiguen suvenires para cualquier gusto y propósito, desde coloridos platos decorativos, bisutería, juegos de porcelana china para tomar el té, hasta muñecas y piezas ornamentales. Los amantes de las alfombras no deberían perder la oportunidad de adquirir un buen ejemplar en la tierra de los sultanes. Se recomienda al menos un día para recorrer ambos bazares.

El popular café turco, además de su característico tono achocolatado, consistencia pesada y sabor amargo, desprende un cierto aroma místico. A través de los tiempos, ha propiciado un ritual realizado también por los árabes con el fin de adivinar el destino. No es difícil encontrar a quien sepa y esté dispuesto a leer el café, que también fue declarado por la Unesco Patrimonio cultural intangible de la Humanidad.

Viajar con Turkish Airline

Vale destacar el servicio excepcional de Turkish Airline, que es la única con vuelo directo a Estambul. Además ahora ofrece la tarifa más baja para llegar a este destino, ya sea en clase económica como en la ejecutiva. Si escoge darse el lujo de viajar en clase ejecutiva, será una experiencia única e inolvidable, pues podrá descansar en espaciosos y cómodos asientos mientras sobrevuela el Atlántico durante 11 horas.

Aunque sea como fuere que elija viajar a Estambul, lo importante es que vaya.

Este artículo fue publicado por primera vez en Diario Las Americas.

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